Extendiéndose dos semanas más allá de límite recomendado por el INIDEP, llega a su fin con pocos barcos en actividad y magros rendimientos. Un año cargado de complicaciones, en el que el sector congelador fue el más golpeado tanto en las capturas como en las ventas
La temporada de langostino tuvo en 2020 muchas complicaciones derivadas principalmente de la pandemia del Covid-19 pero también debido a conflictos gremiales, menor disponibilidad del recurso y largas jornadas de mal tiempo que se mantuvieron hasta el final. Al 30 de septiembre se llevaban descargadas 131.701 toneladas, lo que representa una baja del 19% respecto del año pasado y del 32% en comparación con 2018.
De acuerdo a REVISTA PUERTO, Al final del año esos porcentajes serán mayores dado que la extensión autorizada por dos semanas más allá del 1 de octubre, fecha recomendada por el INIDEP, no permitió sumar el volumen esperado. Mientras que en octubre de 2019 se capturaron 21 mil toneladas y en 2018 unas 33 mil, este año no se ha logrado superar las 8 mil toneladas.
El sector que mostró mayor interés en seguir pescando fue el congelador, que soportó el golpe más fuerte durante este 2020, viendo drásticamente reducidas sus capturas; mientras que los fresqueros aumentaron las descargas en un 17%, ellos vieron reducida su participación en un 53%, en comparación con el año pasado.
“Las empresas que tenemos langostineros congeladores necesitábamos estas dos semanas para seguir pescando y valoramos el esfuerzo que hicieron las autoridades para entenderlo”, señala Juan Pablo Basavilbaso, responsable de Iberconsa Argentina. El empresario considera que las 20 mil toneladas menos de bycatch de merluza que se generaron este año, dieron argumentos para autorizarla.
El impacto del Covid-19 complicó a todos en la logística pero a los congeladores también en la comercialización. El precio tocó su piso por debajo de los 5 dólares el kilo y las ventas cayeron un 60%. Los efectos del Covid en el turismo, la gastronomía y el catering fueron determinantes. Las colas, en cambio, que comercializa el sector fresquero para ser elaboradas en terceros países, aumentaron el volumen de ventas un 5% y el precio cayó pero solo un 7% en casi todo el año. Solo al final cayeron las ventas y los precios.
Los congeladores comenzaron un mes más tarde la temporada, debido a que la situación de los mercados desalentaba el armado de los buques porque no daban los costos y apelaron a una adecuación de los valores de referencia con los que se pagaba la marinería, lo que derivó en un prolongado conflicto con el SOMU en el que se vivieron momentos de gran tensión con amenazas, cortes de ruta y pérdida de mercadería.
A la distancia, Basavilbaso reflexiona al respecto. «Ha sido un año muy difícil para todos, ante el conflicto con el SOMU teníamos un planteamiento muy real y genuino y ellos también. Defendieron a capa y espada los derechos de los trabajadores, no la tuvieron nada fácil, hicieron lo que pudieron ante una posibilidad de no salir a pescar. En estas situaciones de tensión suelen ocurrir cosas que no gustan, no hay que justificarlas pero también hay que entender en el contexto de desesperación en el que se dieron, la situación era muy difícil para todos, para los empresarios, para los sindicalistas y para los propios trabajadores”.
A estos problemas se sumaron factores naturales que complicaron la temporada: el mal tiempo y la menor disponibilidad de recursos. La pesquería de langostino está cambiando y la flota se encuentra al inicio de la temporada con un volumen mayor de ejemplares de tamaño chico. Ello impidió habilitar muchas áreas de pesca dentro de la Veda de Merluza y unos 194 barcos debieron operar en espacios reducidos, complejizando las maniobras de pesca.
Las zonas eran prospectadas y al poco tiempo de habilitarse su apertura volvían a cerrarse por encontrarse langostino de talla no comercial o niveles de bycach de merluza superiores al 20% a partir de los datos que suministraban los observadores del INIDEP.
En los informes del Instituto, tanto de langostino como de merluza, se viene reclamando la ampliación del plantel de observadores porque es muy escaso para cubrir un porcentaje representativo de la flota. Este año, entre los problemas del coronavirus y el reducido presupuesto, la situación se agravó y, como es sabido, peor información se traduce en mayores restricciones.
“La falta de observadores nos complicó porque al no tener suficiente información, creemos que se cerraron zonas de forma anticipada, teníamos la intención de que se volvieran a prospectar pero no se nos permitió, no creo que haya sido con mala voluntad, pero el tema de los observadores es algo que tenemos que resolver”, señala Basabilbaso.
La temporada terminó y ahora es tiempo de arreglar buques y tratar de vender los productos que están en la cámara. En las últimas semanas de septiembre el negocio de las colas había caído pero en Europa los compradores, que recién despertaban de un prolongado letargo, comenzaron a demandar langostino entero, hecho que permitió mejorar los precios y dar un poco de oxígeno al sector congelador. Hoy, ante los fuertes rebrotes, existe temor de que las ventas vuelvan a frenarse y que el precio caiga otra vez.
Este ha sido para todo el mundo un año muy complicado, la temporada de langostino ha llegado a su fin pero el panorama sigue siendo incierto. Sacar la vista de lo urgente para mirar al largo plazo será muy difícil aunque necesario. Los cambios en el ambiente marino plantean a futuro nuevos escenarios que requerirán de otras medidas de manejo, ya lo ha adelantado el INIDEP y recientes informes sobre el impacto del cambio climático en el Océano Atlántico Sur, lo respaldan.
“Nosotros somos una empresa que apuesta a la sustentabilidad, que pretende poder pescar eternamente langostino en estas aguas. Pero cuando se plantea que es necesario reestructurar el manejo de una pesquería a partir de cambios en el ambiente, no debe dejar de tenerse en cuenta que de una pesquería viven muchos miles de argentinos. Es necesario hacer estudios en los que participemos todos los sectores, a mí me preocupa mucho más lo que puedan generar las prospecciones sísmicas que el posible corrimiento de la corriente de Brasil”, concluye el responsable de Iberconsa Argentina.
Abordar el manejo de la pesquería de langostino como parte de un todo, atendiendo los cambios que se están produciendo en la pesquería y en el ambiente, buscando soluciones a los compromisos internacionales de protección, sumando a ello la disputa de áreas con la industria petrolera, plantea grandes desafíos para este sector en el año 2021. Esperemos que para entonces la pandemia del coronavirus nos haya dado un respiro para sacar la vista de lo urgente y abocarnos a lo importante.